Lo nuestro no podía durar. Ella siempre dormía desnuda, perfumada con Channel número 5 y dos teléfonos móviles de última generación. Por mi parte siempre me acostaba con dos relojes y dos calcetines de lana. Lo siento pero soy muy friolero y estoy obsesionado por el tiempo, ese camino que nos lleva hacia la muerte que decía San Agustín. Ella se sentía incómoda con la frialdad de mis relojes y la aspereza de mis calcetines. A mi me resultaba insoportable que cuando hacíamos el amor sonara alguno de sus celulares y lo contestara en pleno mete-saca. No pudo ser y fue una lástima. Ambos nos queríamos y nos llevábamos de maravilla. Pero la cama nunca la llevamos bien y lo acabamos dejando. Por cierto, no me pidan que hable mal del perfume. Tal vez fuera un poco caro, pero realzaba su belleza exótica, liviana y madura.
Ahora estoy buscando novía y lo primero que suelo preguntar es cuantos teléfonos móviles tiene. En cuanto pasa de uno se acaba la historia. Y así me va que no ligo nada desde hace más de un año. Pero he aprendido la lección y duermo sin calcetines y con un Casio digital,”water resist, illuminator” y alguna que otra función que no entiendo del todo.