La tacañería y la fotografía no estaban demasiado relacionados antes de la fotografía digital. Pero en tiempos "analógicos" también sobraban los fototacaños. Cuando cada disparo costaba una pasta la práctica fotográfica era algo de gente más bien adinerada y más bien desprendida. La mayoría de los fotógrafos han sido más o menos espléndidos en comprarse cámaras más o menos buenas. Pero la tacañería les ha llevado a comprar lentes de segunda o tercera fila. Los químicos del revelado se han reutilizado hasta la extenuación. El ahorro de agua también ha sido un mantra que ha provocado excesivos amarilleamientos y opacidades en positivos y negativos. Los materiales de conservación de buena calidad solían ser cambiados por cajas de zapatos, carpetas sudadas y sobres de tercera mano.
El teléfono móvil con cámara ha sido el instrumento perfecto para el fotógrafo supertacaño. Ahora no tiene que gastar ni en cámara fotográfica. Tira todas las fotos que quiere y si le parece inunda la iconosfera con sus presuntas obras de arte.
El mundo digital también está acabando con los libros y revistas de fotografía, festivales, ferias y asociaciones. Muchos listillos se piensan que pueden aprender fotografía en el You Tube, aunque lo más seguro es que sólo ahorren gastos en profesores de fotografía.
La fotografía se está universalizando, democratizando, tacañenado y atontando a pasos agigantados. A veces a uno se les quitan las ganas de vivir para ver tanta miseria moral.