lunes, 24 de diciembre de 2012

Mi padre y yo

Hubo un tiempo en que las abuelas tejían jerseys y otras prendas a nietos como yo. Mi padre presume de hijo y yo no sé porque pongo cara de tonto y adopto una postura tan incómoda.

Hace ya más de 20 años que murió y todavía me acuerdo mucho de mi padre. Le gustaban los bolígrafos, los diarios, las revistas, los libros, la radio, los pinceles y las herramientas en general. Dispuso del carnet de taxista, pero nunca tuvo coche. Todo lo más una vieja moto que le regaló su sobrino Paco y que se la robó un choricillo del barrio. En verdad prefería el tren. A mi padre le gustaba mucho escuchar la Pirenacia, hablar mal de Franco y de los curas. Pero sobretodo era un enamorado de su mujer, sus hijos, del resto de su familia y de Camporrobles, su pueblo natal. Formaba parte de esa primera generación de inmigrantes que le atraía más la nostalgia que la realidad, el pasado que el presente. Le gustaba leer a Blasco Ibañez y Vargas Vila, la lucha libre, los toros y el fútbol.  Seguramente fumó más de la cuenta y nos dejó demasiado pronto.