No me entusiasman los cuchillos de madera. Tampoco me gustan esos cuchillos de plástico, o de lo que sea, que se utilizan en trenes y aviones por prevención de atentados terroristas. Sin embargo entiendo la utilidad y la necesidad de tales utensilios en ciertas circunstancias. Gracias a ellos se evitan sangrientas heridas y sobretodo se han salvado muchas vidas.
Más difícil me resulta aceptar la afición por los palos de selfie de ciertos señores que se definen como aficionados y profesionales de la fotografía. Existen cosas peores como un discurso de Aznar, la corrupción, los desahucios, la caza de elefantes o la insultante y descarada privatización de la sanidad pública catalana. Pero sepan los usuarios de los dichos palos de selfie que aquí me tienen como su crítico más implacable. Por favor, dedícate a fotografiar de otra manera.