Durante un tiempo fue una imagen muy querida por su autor, por los miembros de diversos jurados fotográficos, y en general por los aficionados a la fotografía. Su gestación fue instantánea.Tras un meticuloso revelado fijado, lavado y secado, el negativo fue expuesto bajo la lámpara opalina de una ampliadora. El positivo creció de los 9 x 12 hasta los 30 x 40 cm. El artista-fotógrafo no trató de sacar la máxima información del negativo. Por el contrario produjo una copia brumosa y virada al sepia.
Tras una etapa en concursos y exposiciones la copia pasó un periodo oscuro. pero de vez en cuando su autor la miraba e incluso la enseñaba a ciertas personas. Algunos pujaron por ella. pero el siempre quiso conservarla. A la muerte del viejo fotógrafo las copias, negativos y cámaras pasaron por un largo periodo de soledad, humedad y oscuridad.
Ciertas reformas urbanísticas acabaron con las fotografías en un basurero. Tuvieron suerte, las recogió un rebuscador de contenedores que había trabajado en una vieja librería en un país de la Europa del Este. De sus manos pasaron a un vendedor de postales y fotografías por Internet. Ahora luce en el archivo de un coleccionista de fotografía pictorialista.