sábado, 5 de septiembre de 2015
Aylan Kurdi, el niño ahogado
Las fotografías de los aficionados suelen tratar de asuntos agradables, curiosos, divertidos y banales. Sin embargo los fotoreporteros suelen abordar la cruda realidad a palo seco. En esta ocasión la muerte parece confundirse con un sueño o un juego infantil. Pero la imagen del agente presagia la tragedia. A la playa le falta sol y bañistas y al niño le falta la vida. Seguramente se hubiera sentido muy feliz chapoteando o haciendo castillos de arena. Su hermano mayor, su madre y otros náufrago también han fallecido. Pero con esta fotografía se ejemplifica la muerte de todos. El cadáver de un niño de tres años parece provocar más dolor y más mala desasosiego que la muchos otros tan inocentes y tan necesitados de amparo como él. Mientras tanto el destino de miles de refugiados se convierte en propaganda electoral para demasiados políticos retrógrados.