Nunca es demasiado tarde para tomar tu penúltima fotografía.
Pero es mejor hacer las cosas en el momento más oportuno. El instante decisivo es
un ideal que sólo pueden cumplir los genios de la fotografía. Pero quedarse para
vestir santos fotográficos tampoco es la solución. A ciertas edades llegamos a la
conclusión de que ya está casi todo el pescado vendido y que no podremos afrontar
asuntos semejantes a las investigaciones
sobre historia de la fotografía y los proyectos fotográficos de nuestra juventud.
Pero sólo se vive una vez y no conviene rendirse demasiado pronto.