Otro maestro que se nos va. Con Bauman hemos aprendido que
pisamos en falso, que nada ni nadie es
eterno y que siempre viviremos con recelo y miedo en el cuerpo. Atreviéndome a interpretar a Bauman los fotógrafos nos hemos dividimos en una secta grotesca fabricantes de selfies y en unos inquietantes extraños que deben fotografiar por oscuros motivos. Para bien y para mal yo soy de los últimos. No diren a dar cuando me disparen. Prometo hacerme el muerto al escuchar el primer tiro.