Todos los fotógrafos, independientemente de nuestro nivel y
valía, queremos ser respetados y reconocidos. Nos sentimos ninguneados y ofendidos
si nos dan la espalda las redes sociales, las salas de exposición o el mundo
profesional. Sin embargo debemos escarbar bastante para encontrar la especie en
peligro de extinción del fotógrafo respetuoso y resignado. Un rara avis que
trata de no abrumar con sus imágenes y que sabe que el éxito es una patata
caliente que sólo abrasa a unos pocos.