Lo que la fotografía ha unido, el hombre no debe separarlo.
Por eso los valores universales que regin la fotografía condenan con toda firmeza la maldita costumbre de hacer desaparecer a tu pareja o miembros de tu familia, familiares y amigos por separaciones, desavenencias, divorcios, disputas o desencuentros. Las imágenes fotográficas son más sagradas, más ciertas y más tangibles que los arrebatos de celos, odio, envidia y resentimiento.