Parece ser que el humorista Carles Flavià abandonó el
sacerdocio por profundizar demasiado en la fe. Me pregunto si me sucederá algo
parecido por dar demasiadas vueltas de tuerca en torno a la fotografía y lo
fotográfico. En cualquier caso daría un ojo de la cara por tener las tablas y
el sentido del humor del llorado Flavià, descanse en paz.