Llega un momento en que no se pueden celebrar cumpleaños con excesos. Pero un día es un día y zamparse un pastel con nata regado con cava es una forma inmejorable de afrontar un madurez excesiva, cansina y procelosa.
Mari Carmen compartió con sus compañeros de trabajo esta gozosa mezcla de dulce y alcohol. Durante el fin de semana fueron sus familiares y amigos quienes se zamparon una paella y otro pastel. Besos, abrazos y regalos la animaron a sobrellevar con alegría los años de más.