Moto con sidecar
Mi primo Paco le regaló a mi padre una vieja moto en la que yo paseaba de copiloto casi todos los domingos. Durante un tiempo mi progenitor hizo horas extras para comprarse un sidecar. Pero un mal día le robaron su vehículo. Apareció hecha polvo a las pocas semanas y acabó en el desguace. Así perdí mi ilusión de pasear por Barcelona y alrededores cómodamente sentado en un sidecar. Todavía conservo ese deseo y espero que algún día no muy lejano pueda pasear en una moto con sidecar.