Los
fotógrafos y los historiadores de la fotografía deberíamos ser más
humildes. No estaría de más reconocer que no somos el centro del
universo y que nuestra técnica, nuestra tecnología, nuestra
metodología y nuestro arte suelen estar trufados de lagunas,
chapuzas y meteduras de pata. Ser más humildes no nos hará mejores,
pero sí menos creídos.