La práctica de la fotografía entraña riesgos que podrían
definirse como
“enfermedades de transmisión
fotográfica.” Definirse como nikonista, analógico, artista, aficionado,
creativo, documentalista, fotorreportero o fotohistoriador implica un enorme desgaste emocional que puede derivar
en graves trastornos. Pretender ganarse
la vida con la fotografía suele estar asociado con enfermedades relacionadas
con la pobreza, la miseria y el desarraigo. Es
más fácil caer en una grave depresión que triunfar en la red con tus imágenes.
Resulta mucho más sencillo de lo que parece lesionarse o desgraciarse
practicando la fotografía. Las rupturas
sentimentales y familiares suelen estar a la orden del día de los aficionados y
profesionales. Si a pesar de toda todavía se interesa por la fotografía reciba mis
más sinceras felicitaciones. Es usted uno de los nuestros.