Las imágenes fotográficas siempre han sido piezas más o menos frágiles como de “mírame y
no me toques”. Las huellas de los dedos y la manipulación poco cuidadosa causan
graves deterioros a las fotos. La fotografía digital, salvo su versión impresa,
es un objeto inasible e inalcanzable. Pero su naturaleza distante no las libra
de todo tipo de males. Acepto los nuevos tiempos y al mismo tiempo añoro
aquellas cajas de zapatos repletas de fotografías, los álbumes multiformato y
multicolor y los negativos prisioneros en unos archivadores acordeonados.
Tocar, agarrar y acariciar son acciones de obligado cumplimiento hacia nuestros
bienes más preciados y seres más queridos.