El acto fotográfico puede entenderse como un acto amoroso en
el que el fotógrafo o la fotógrafa canalizan su afectividad visual en un tema
que se transforma en una fotografía. Dado que la inmensa mayoría de tomas
fotográficas se producen en fracciones de segundo podemos concluir que la
fotografía instantánea es la historia de amor más corta del mundo. Las
fotografías tomadas con larga exposición son también historias de amor, pero se
trata de un afecto más reposado, más sutil, más insondable y más intenso.