Haz algo. Por ejemplo toma una
fotografía. No importa que no sea demasiado buena. El caso es que
salgas de tu letargo, de ese cansino sopor que enlentece tus gestos
hasta el infinito. Poco a poco te atreverás a ver la tele, escuchar
la radio, leer un periódico, fregar los platos y dar en tu paseo.
Por entonces estarás curado. Y todo gracias a la fotografía.