Recibo demasiadas llamadas perdidas y no tengo por costumbre
contestarlas. De hacerle demasiado caso me pasaría el día y la noche pendiente
del teléfono móvil como la mayoría de los mortales y de algunos difuntos. Pero
desde media mañana, tras desayunar un café con leche con una tostada con pan
con tomate y aceite en una cafetería he empezado a recibir fotografías perdidas.
La primera era de un cachorro de pastor alemán, la segunda de un gato siamés,
la tercera de un conejo blanco, la cuarta de un árbol de Navidad, la quinta de
una turista alemana visitando la Sagrada Familia, la sexta de un paquete de
libros enviado por Amazón, la séptima y última era un voto extraviado de las
últimas elecciones al parlamento español. Ninguna de estas imágenes llevaba
remitente, ni parecía tener dueño. Por eso no las publico en mi blog hasta que
se aclaren los derechos de autor. En vano he tratado de clarificar el asunto
con mi operadora de telefonía. Mis amiguetes expertos en fotografía tampoco
saben nada del tema. Por eso escribo esta entrada en busca de la ayuda desinteresada
de algún internauta sabelotodo. Tengo miedo de que se traten de imágenes infectadas
por algún diabólico virus. En cualquier caso son fotografías
desorientadas y desvalidas. Gracias por vuestra ayuda.