Resulta frecuente encontrar literatura religiosa tirada en el asfalto, aceras, o jardines. Normalmente son de iglesias que los católicos llaman protestantes y ellos se autodenominan de forma diversa; evangélicos, testigos de Jehová, mórmones, etc. Debo reconocerles paciencia de santo y también de ser más pesados que los antiguos vendedores de enciclopedias o los actuales vendedores de contratos te telecomunicaciones. Para un descreido como yo los textos tienen más trampas y falsedades que los contratos bancarios. Pero no son peor que las promesas electorales de muchos de nuestros queridos gobernantes.