Los hay que prefieren las comidas hogareñas y quienes hacen
de su vivienda su territorio fotográfico.
Algunos se inclinan por comer fuera de casa y otros hacen de la calle o
de la naturaleza su territorio de caza fotográfico. Todas las opciones son
respetables. Pero nada mejor que alternar el micromundo con el macrocosmos. Tan
malo es encerrarse en el hogar en el ámbito gastronómico, fotográfico o social,
como vagar por ahí en busca de la nada.