Las apariencias engañan. También nos la pegan cada dos por tres con esto y con lo otro. Debemos estar atentos y tratar de diferenciar el trigo de la paja, la verdad de la mentira. Existen falsas fotografías de origen fotomecánico como muchas postales y algunas imágenes pegadas en publicaciones de finales del siglo XIX. Y sin embargo estas imágenes suelen destilar certidumbre, hermosura y conservarse de maravilla. Los falsos fotógrafos, por otra parte, presumen de saber más fotografía que afamados profesionales y reconocidos aficionados. Algunos son pobres diablos que tratan de ganarse la vida como mejor pueden. Pero la mayoría de los falsos fotógrafos suelen ser gente renombrada que aprovechan su posición para hacer negocios turbios con la fotografía. El fenómeno es parecido a la de esos falsos escritores, pero afamados personajes televisivos, que contratan a negros para que les escriban libros.
Dios nos libre de los falsos profetas y de los falsos fotógrafos. Larga vida a las hermosas imágenes fotomecánicas de finales del siglo XIX y principios del siglo XX. Y que no falten falsos techos, trasteros y habitaciones del pánico por si las moscan