No puedo afirmar que los negativos sean
personas como tu o como yo. Pero sostengo que tienen su corazonzito,
su orgullo, su sabiduría, sus ideales, sus manías y, sobre todo,
sus miedos. Los expertos afirman que sufren graves agresiones y
salvajes atropellos de traicioneras humedades, alocados traslados,
ciertos calores, determinados hongos, bastantes insectos y todos los
dedos humanos e inhumanos. Pero los negativos se angustias
especialmente ante los recortes, reencuadres, escaneos y otros
excesos. Desean ser conocidos tal como son, que se les respete su
integridad y que se traduzca su gama tonal y, si los tienen, sus
colorines, de la forma más ajustada posible. Con esta crisis lo
están pasando fatal los negativos, los positivos en papel, las
diapositivas, los daguerrotipos, los colodiones, las albúminas, los calotipos, las tarjetas postales, las fotografías
estereoscópicas, los archivos digitales, los fotógrafos, los
historiadores de la fotografía, los archiveros, los documentalistas
y casi todo bicho viviente. Por motivos económicos algunos cierran
algunos archivos y sus imágenes son reubicadas con suerte desigual,
otros archivos y/o fototecas ven menguados sus recursos. A buen
seguro el mapa de los archivos fotográficos será muy diferente
cuando acabe, si acaba, esta maldita crisis.