La otra noche descubrí un arrancador de carteles. Un anciano pertrechado con un palo arrancaba sin piedad los anuncios particulares colocados en las farolas o en cabinas telefónicas del paseo de Fabra i Puig. Tenía especial fijación por los anuncios de aparcamiento "Plaza de Parking en Venta o alquiler" que veía la arrancaba sin piedad. No pretendía hacer un trabajo perfecto. Lo importante era arrancar el número de teléfono o la dirección de internet. Me hubiese gustado invitarle a un café y conversar con su pasatiempo. Algún día lo haré.