El arte nos ayuda a comprender la complejidad de los deseos, gustos, ilusiones, fijaciones y frustraciones. Músicos, cineastas, escritores y artistas plásticos nos muestran la diversidad de nuestras pasiones. José Luis Garci con su Asignatura pendiente, Eric Rohmer con La rodilla de Clara, Alain Tanner y su Jonás con su "menage a trois con rubia y morena, Silvio Rodriguez con la mujer con sombrero, Pablo Milanés con Yolanda, Petrarca y Laura de Noves (1308-1348), Juan Eslava con la dama del Unicornio, Anaïs Nin en Fuego, Henry Miller en Primavera negra, Juan Marsé con El amante bilingüe, Luis Cernuda con La realidad y el deseo. Leonardo con La Gioconda, Miguel Angel con David, Fernando Esteso con La Ramona, Serrat con La Tieta, Sabina con Eva tomando el sol, Los pijamas de La perversa Leonor de Javier Krahe, Fernando Botero con la obesidad, Alberto Giacometti con la delgadez, Rubens con el sobrepeso, Goya con La maja desnuda o vestida, Chaplin y Polanski con las adolescentes, La reina Ginebra con Perceval, Los caballeros de la mesa redonda, de la mesa cuadrada e Indiana Jones con el Santo Grial, Missis Robinson y El Graduado, La Historia de Adela H. y tantas otras.
Respeto todas esas "manias", "obsesiones" y "frustraciones", que los artistas repreentan con mayor o menor elegancia. Pero quisiera señalar la gracia de Georges Brassens por ver el ombligo de la mujer de un policía. Compartir este deseo ha sido uno de los mayores placeres de mi vida.