Desde la cima del turó de las Roquetas podemos observar como Sant Andreu, 9 barris, Sant Martí y Horta han sido devorados por la onda expansiva del crecimiento urbano. La Ciudad Olímpica nos muestra desde estas alturas muchas asignaturas pendientes y más que el proyecto de una ciudad utópica, recuerda el caos y los desequilibrios de una ciudad tercermundista. La contemplación de esta jungla de asfalto nos hace dudar del concepto de progreso. A pesar que la contaminación no nos permite ver claro podemos observar interminables hormigueros alrededor de la Meridiana, esa autopista que nos recuerda a una inmensa cicatriz y que separa casi irremediablemente a unos barrios hermanos. La cúpula de la Parroquia de Sant Andreu pone una nota de color en un paisaje urbano aterradoramente frío.
Vamos a proponer al lector que tome el autobús nº 82 (Virrey Amat, Dr. Pi i Molist, Valldaura, Polígono Canyelles, Carretera alta de las Roquetas). De esta forma alcanzaremos en pocos minutos la cima del Turó de las Roquetas. El lector puede también utilizar el coche, la bicicleta e incluso ir a pie. A través del recorrido nos haremos rápida idea de la imagen del barrio También podremos observar que el grado de aislamiento aumenta en progresión geométrica con la altura.
Muy cerca de la parada del autobús encontramos las ruinas del Castell de Torre Baró, símbolo de 9 barris., (actualmente se encuentra en fase de restauración). También se encuentran casi en ruinas, o en condiciones muy precarias, algunas de las viviendas autoconstruidas de la falda norte de la montaña, Torre Baró. En la falda sur, barrio de Roquetas, la situación apenas es un poco mejor. A decir verdad, vivir en la falda de una montaña puede resultar una experiencia apasionante para ciertos espíritus aventureros y solitarios. Pero cuando se vive allí porque no hay otra alternativa, hay que soportar un aislamiento y una marginación muy grande, que en modo alguno se ve compensada por la contemplación de una majestuosa puesta de sol. De alguna manera sus habitantes se encuentran más cerca del cielo y al mismo tiempo más alejados de Dios. Curiosamente nos encontramos con que desde el punto de vista geográfico (altitud, clima, etc.), esta zona se parece extraordinariamente a la llamada parte alta de Barcelona. Sin embargo, los condicionamientos socio-históricos han configurado unas condiciones urbanísticas absolutamente contrapuestas. De esta forma podemos deducir que en el momento en que las clases sociales marginadas puedan hacer oír su voz disfrutaran de unas viviendas dignas, de unos equipamientos adecuados, de unos cinturones cubiertos y de unos mecanismos que anulen o minimicen las barreras arquitectónicas.