Sobre ajedrez y fotografía a finales de los ochenta
Nunca me acabó de gustar Blow Up. En cambio, me identifico completamente con el fotógrafo de Las Babas del Diablo. Al igual que su protagonista, me intereso por el lenguaje escrito y por el lenguaje fotográfico y como su autor sufro crónicos dolores de cabeza. Soy consciente de que nunca alcanzaré la prodigiosa calidad literaria de Cortazar. Sin embargo, espero poder profundizar muy seriamente en el estudio de las interacciones entre literatura y fotografía. Mis análisis parten de Las Babas del Diablo, pero también hay que recodar la magistral analogía Fotografía-Literatura que realizar Cortazar en Algunos aspectos del Cuento. De todas formas he de señalar que mi aproximación es sustancialmente diferente que la de Cortazar, parafraseando a Man Ray, Fotografió sobre aquello que me resulta muy difícil escribir, y, sobre todo, acostumbro a escribir sobre temas fotográficos.
Especialmente me intereso por la fotografía urbana. Me encanta pasear la cámara fotográfica por la conurbación barcelonesa. Sobre todo me intereso por los desastres urbanísticos, los temas humanos y las pintadas. También fotografío mi entorno familiar, mis amistades y los temas relacionados con otras aficiones. Acostumbro a llevar siempre una cámara de bolsillo. No me gusta tomar fotos turísticas, pero lo cierto es que en vacaciones hago muchas fotos y procuro que ninguna de ellas pueda ser tildada de turística.
He de confesar que nunca he descubierto ningún delito a través de la fotografía. Aunque, por desgracia, he tenido que fotografiar demasiados asuntos tristes. Lo cierto es que las fotografías pueden captar detalles que el fotógrafo no ha previsto. Normalmente, son detalles que ocupan un aspecto muy secundario en la composición y acostumbran a estar fuera de foco. Pero en ocasiones se toman detalles imprevistos que arruinan o realzan una fotografía. De esta forma, la teoría de Cartier Bresson sobre, El instante decisivo, creo que puede y debe ser revisada. Además, el reencuadre y la manipulación del positivado en general, pueden ofrecer nuevas interpretaciones de la fotografía. En fin podría hablar mucho sobre esto. pero no quiero teorizar demasiado. Nada mejor que explicarle al lector lo que me sucedió al contemplar cierta fotografía...
II
Siempre amplio mis fotos en blanco y negro. Es una paliza pero compensa porque queda mucho mejor que en un laboratorio comercial. Además, el blanco y negro puede manipularse mucho y tanto puedes limitarte a obtener la imagen que habías previsualizado en el momento de la toma, como dejar volar tu imaginación donde quieras. En color no sucede mismo. Es un proceso mucho más automático, precisa una instalación bastante costosa y solo resulta rentable cuando se realiza una gran producción: los productos químicos caducan relativamente pronto y son bastante más peligrosos que los de blanco y negro.
En cierta ocasión estaba positivando unas foto que tomé durante un torneo de ajedrez. Se trataba del un retrato de un jugador mientras reflexionaba su jugada secreta, la última jugada antes del aplazamiento. Debo confesar que tomé la foto porque el rostro del jugador era particularmente expresivo. Miraba de reojo a su rival con el ojo izquierdo y con su mano derecha se tapaba parte de la frente y el ojo derecho, parecía más interesado en ocultar lo que pensaba que en lo que pasaba en el tablero. Y sin embargo, la posición era particularmente complicada; pero mientras tomaba la foto, estaba centrado en la expresión del jugador. De alguna manera, los fotógrafos no podemos atender a todos los detalles mientras tomamos fotos. Los árboles nos impiden ver el bosque. Esto no sólo me sucede a mí. He hablado con muchos fotógrafos profesionales y les pasa lo mismo; a pesar de que realizan magníficas fotografías de acontecimientos sociales, culturales y deportivos, la mayoría no pueden explicar con precisión la obra de teatro, el partido de fútbol, o la manifestación que han fotografiado. Lo mismo me pasa a mí con el Ajedrez, soy un buen aficionado al rey de los juegos, pero cuando fotografió no puedo seguir las partidas. Sin embargo, cuando amplié aquella copia, pude ver con detalle la posición: Habían alcanzado la jugada 40 y todavía estaban en pleno medio juego. La estructura de peones central daba entender que se trataba de una apertura cerrada, pero los boquetes del flanco de rey explicaban claramente que la posición se había abierto. Ambos monarcas estaban en situación expuesta. Las blancas perdían un peón, pero las negras tenían al alfil dama fuera de juego.
La partida continuaría aquella misma tarde, así que me quedaban varias horas para analizar la posición. A partir de aquel momento dejé de ser fotógrafo. Introduje la posición en el programa de ajedrez de mi ordenador y le di un tiempo límite de dos horas. Tras una reflexión de una media hora no saqué ninguna conclusión. Así que busqué información en mi biblioteca. Al final encontré una posición parecida en el libro, El Arte del Sacrificio en Ajedrez de Rudolf Spielman. El tema parecía claro, las blancas tenían que iniciar un ataque a la bayoneta con los peones h y g, tal como demostró Fischer contra la variante del Dragón de la defensa Siciliana. Las negras, por el contrario, debían intentar atacar el flanco de dama, y de ser posible, iniciar un contragolpe en el centro. Tras estos análisis fui a ver lo que opinaba mi ordenador. Efectivamente, el monstruito había acertado con el plan de ataque de las blancas. Pero, por contra, ofrecía una alternativa exclusivamente defensiva para las negras. Y es sabido que en esas posiciones sin un buen contraataque se acaba perdiendo siempre.
Por curiosidad me presenté a ver la continuación de la partida. Lo cierto es que apenas me retrasé unos minutos, pero cuando llegué todo había concluido. Los contrincantes firmaron tablas sin reanudar la partida. De esta forma, las blancas se adjudicaban el primer puesto, mientras que las negras obtenían la tercera - y definitiva norma- para el título de Maestro Internacional. En fin, hay detalles que ni la fotografía, ni los ordenadores, ni la lógica del Ajedrez pueden acertar a descubrir.