Un hombre se despierta un domingo por la mañana y descubre que su mujer no está en la cama, ni en el baño, ni en el comedor, ni en la biblioteca. La telefonea pero su móvil no responde. Sus suegros y sus cuñadas tampoco no saben nada. Busca y rebusca en vano cartas, notas o mensajes en su correo o en el teléfono.
La mujer de sus sueños se ha evaporado sin dejar rastro. Su único consuelo lo encuentra en el trastero. Allí descubre una colección de cámaras digitales ultramodernas y analógicas de alta calidad y gran valor. Siempre había soñado con poseerlas y ahora apenas le sirven de consuelo para ocupar el hueco que dejó la mujer de su vida.