Ciertos expertos aseguran que la próxima fase fotográfica
será la de la fotografía comestible. Gracias a esta novedosa invención será
mucho más sencillo y apetitoso el reciclaje del material fotográfico averiado y
obsoleto. Se comenta que las cámaras reflex sabrán a carnes rojas, las puente a
pollo o conejo y las compactas a sardinas a la plancha. Las nuevas tarjetas de
memoria tendrán mejor sabor que las
patatas bravas. Los archivos digitales sabrán a pata de cangrejo y su calidad será
proporcional a su valor documental, artístico o científico. Las selfies de los
móviles sabrán inexorablemente a la peor de las bazofias. Con las versiones obsoletas de
los programas de tratamientos de imágenes se podrán hacer estupendas infusiones. El té
de Photoshop será el más delicado y el más caro. Más asequible y peleón resultará un chai de Picassa.
Gracias a la
fotografía comestible se conseguirá saciar el hambre en el mundo.
Pronto se aplicará este avance al mundo del automóvil. Cuando podamos alimentarnos a base de coches desahuciados, motos desvencijadas y combustibles fósiles se abrirá un nueva nueva era. Esperemos que llegue pronto.