miércoles, 17 de diciembre de 2014
Fotografía sólida y fotografía líquida
Hubo un tiempo en el que los fotógrafos sabían el terreno que pisaban. Las cámaras y accesorios fotográficos se fabricaban para un uso prolongado. La técnica evolucionaba lentamente. El reinado del gelatino-bromuro parecía tan largo como el Imperio Romano. Un mal día la tecnología se sobrecargó de automatismos, electrónica y obsolescencia programada. Las reparaciones y actualizaciones dejaron de ser rentables. Y sin embargo lo peor estaba por venir. La revolución digital nos hizo añorar los tiempos en que las cámaras sólo duraban 3 o 4 años. Surgieron expertos fotográficos que no sabían tomar fotos pero que eran unos craks con el ordenador. Los usuarios se multiplicaron. La fotografía se banalizó y se mezcló con nuevas tecnologías. Muchos fotógrafos veteranos se desorientaron. La crisis acabó mezclándose con otro ese proceso y tocamos fondo. Muchos usuarios continuaron tomando fotos digitales en tiempo de crisis por su relativo bajo costo. A los profesionales les sentó fatal la falta de encargos y los costes exorbitantes de cámaras, objetivos, ordenadores y accesorios varios. El punto final está sin escribir. La historia continúa. Seguramente la crisis pasará. Seguramente afrontaremos otra revolución fotográfica, multimedia o como quieran llamarle. Definitivamente la fotografía del siglo XXI será muy diferente a la del siglo XX.