Pretendemos ser excursionistas, viajeros o turistas. Pero en general los fotógrafos no dejamos de ser unos eternos forasteros. y no solo cuando fotografiamos lugares mas o menos lejanos o exóticos. En nuestra misma localidad suelen desconfiar de nosotros.
La fotografía y los fotógrafos provocan recelo, desconfianza y miedo. Por alguna extraña regla de tres parecemos sospechosos habituales; a medio camino de los mafiosos, los chorizos o los terroristas. Hágame caso; fotografíe con el sigilo de un espía. Se evitará muchos problemas. Otra alternativa es tomarse su tiempo, pasear sin cámara y tratar de entablar buenas relaciones con los lugareños. Si es usted una persona de recursos, un jubilado en forma, un becario afortunado o investigador reconocido tiene posibilidades de salir bien parado.