Si a usted le gusta sufrir de lo lindo seguro que se lo
pasará pipa con las maravillas de la fotografía. El auténtico masoquista suele
adquirir una cámara pesada y de difícil manejo. Los problemas de espalda y los
dolores de cabeza que le suponen el transporte y la toma son para él una
satisfacción impagable. Nunca leen el manual de instrucciones, ni compran
libros sobre fotografía, ni asisten a cursos de iniciación. Tampoco aclaran
dudas por internet, ni retocan sus fotos, ni se inscriben en asociaciones
fotográficas. De esta forma sus fotos son una mezcla de tremenda tristeza,
insondable dolor y chapuza infinita. Pero ellos disfrutan con su dolor y así
les va.