Algunas fotos se nos parecen demasiado. Son como pequeños miniyos
digitales o de sales de plata que se saben hijos de un dios menor, de un gran
profesional, de un dominguero aplicado o de un movilero compulsivo. Los
orgullosos padres en ocasiones no aciertan a distinguir a sus retoños. Bien sea
porque son legión los fotógrafos que imitan su estilo o porque el mismo de
manera consciente o inconsciente copie de mala manera las imágenes que más le
ponen. Por otra parte las imágenes se parecen demasiado entre ellas. Y al mismo
tiempo son distintas. El problema se agrava porque los fotógrafos son legión y
las fotografías una galaxia. Me supera la labor de clarificar el universo
fotográfico.