Callejeando por el paseo de Fabra i Puig de Barcelona descubro que el consultorio de un dentista ha ocupado una antigua tienda de fotografía de aquellas que "revelaba fotos en una hora." En el pasado se cargaba el carrete a la cámara de los clientes más torpes, se regalaban sabios consejos, se vendían y reparaban cámaras y accesorios, se hacían retratos de identidad, y por su puesto se revelaban y positivaban negativos y diapositivas.
Ahora por ironías del destino en vez de sacar fotos, se sacan muelas. Pero no seamos mal pensados. Los dentistas también reparan dentaduras, arreglan sonrisas y nos permiten comer mejor. Me pregunto se algún despistado acudirá a comprar tarjetas de memoria o revelados digitales y saldrá con... un diente de menos.