sábado, 7 de abril de 2012

Patas arriba. La muerte de un felino

La vida está llena de casualidades. Cierta tarde andaba algo angustiado por la idea de la muerte. De repente me sorprendió un mueble patas arriba y en estado agónico. Pocos metros más allá me encontré con la muerte cara a cara. El pobre gato tenía las patas traseras casi tan arriba como la cajonera y una rigidez que asustaba. Al felino se le acabaron las siete vidas y al mueble la voluntad de repararlo de su dueño.

Los descreídos como yo pensamos que tras la muerte se escribe un punto y final y un fundido en negro irreversible. Sin duda tendríamos más consuelo con el paraíso de muchas religiones monoteistas, con la reencarnación de los budistas, con el vampirismo o con los epígonos del doctor Franquestein. Afortunadamente tampoco creo en el infierno. Me consuela saber que nunca me encontraré con Franco, Hitler o los responsables de los recortes, la reforma laboral y otras devastaciones sociales.