A este sombrero le han hecho una gran putada. Seguro que está en estado de schock y que no entiende nada. Ha pasado de adornar la cabeza de su dueño a una sucia papelera. Pasar de lo más alto a ser un desperdicio es una realidad que pasa más veces de lo que pensamos. Le acompañan en su agonía papeles arrugados y cajetillas de cigarrillos más vacías que las arcas Grecia. Tal vez la rescate un recuperador y vuelva a lucir en cabezas más humildes y menos deslpifarradoras. A lo peor su mal no tenga remedio y acabe pasto de las llamas aportando un poco de calor a unas manos frías y cansadas.