No puedo evitar mirar al suelo más
de la cuenta. Busco sombras y objetos más o menos perdidos que puedan
transformarse en fotografías. Soy consciente que los árboles me impiden ver el
bosque. Pero no puedo dejar de hacer otra cosa. Sólo cuando me vence el
cansancio, me atenaza el dolor o cuando la prisa me desata dejo de mirar para
abajo. Entonces me doy cuenta que estoy malgastando mi vida.