Para estas navidades se
desperdiciarán toneladas de comida. Los regalos navideños acabarán jubilando a
muchos utensilios más o menos desfasados. Sabias campañas proponen reciclar
tanto desperdicio. Resulta ecológico, solidario y necesario que los restos de
los festines y las celebraciones se transformen en pienso o en abono y que
vestidos pasados de moda, juguetes usados, libros leídos o aparatos que ya no
se usan renazcan en otras manos.
Sin embargo se ha escrito muy poco sobre la necesidad
de reciclar las fotografías usadas. Me parece inmoral condenarlas a la hoguera
o a la papelera de reciclaje digital. Seguro que mucha gente sacaría partido de
las fotografías que nos aburren, nos cansan, no nos dicen nada, o ya nos
satisfacen. Por eso considero necesario crear una especie banco malo de
fotografías que trate de reflotar imágenes que han perdido casi todo su valor
pero que poseen cualidades para poder revalorizarse y alegrar la vista a mucha
gente.