Tras renovar mi DNI me siento triste y deprimido. Soy diez años más viejo. Se multiplican las canas, las arrugas y los kilos de más. Aumenta la calvicie y el escepticismo. Se pierden esperanzas e ilusiones. Atrás quedan escritos, amigos, parejas, trabajos, enfermedades, lecturas, discos, exposiciones, películas, paseos, instantes decisivos e instantes eternos.
Al escanear la foto se han comido la pajarita y desde luego el color. El funcionario me informa que este será mi antepenúmtimo carnet de identidad. Para colmo viene con contraseña. Una más.