Los árboles pasan demasiado tiempo solos y son muy enamoradizos. Desde luego, le gusto la ropa que llevaba la modelo. Pero también se fijo en otras cosas, como esos ojos que no dejaban de mirarle con ternura y esos labios entreabiertos que eran todo promesas de tantos besos que necesitaba con urgencia. También precisaba de caricias y se pasaba horas imaginando que esas suaves manos femeninas le acariciaban su viejo tronco. Pero el suyo fue un amor imposible. A los pocos días cambiaron el anuncio y el pobre árbol sumo la tristeza del desamor a la de su inmensa y desesperada soledad.