Estamos rodeados de adicciones; al fútbol, a la comida, a los videojuegos, a internet, al teléfono móvil, a la violencia, a los recortes, a la religión, al trabajo, al dinero, al sexo, al alcohol, al tabaco…Pero ninguna tan devastadora como la heroína.
Me confieso adicto a la lectura, a la escritura, a la música, a las películas en blanco y negro, a la fotografía y las artes visuales en general, a los paseos, a los baños relajantes, a practicar sexo, al ajedrez, a charlar de vez en cuando con mis amiguetes, a ver exposiciones, a tomar té con menta, a comer paella de conejo y a soñar despierto.