viernes, 11 de mayo de 2012

Empanadas

Normalmente compro la fruta y la verdura en pequeñas tiendas que últimamente suelen estar regentadas por tenderos de origen chino, latino o pakistaní. Pero esta mañana apenas llevaba dinero en efectivo. Así las cosas entre el Mercadona y compré apio, endivias y fresas. Ya puestos también me llevé yogures descremados, zumo de naranja y una cajita de infusiones de tomillo. Mientras esperaba observé como las cajeras repetían mecánicamente y con más o menos desgana "¿Se lleva una empanada?". Durante la cola no ví a nadie que cogiera ninguna. Traté de ser amable, le regalé la mejor de mis sonrisas y le dije. "No gracias, en otro momento."

Sin embargo a lo largo de la mañana desarrollé un estado de confusión mental y preocupación más conocido como empenada mental. Una buena siesta, un té verde con menta y un buen paseo fueron las claves de mi recuperación. Pero al oscurecer de pronto me puse peor. Hacia las nueve de la noche salí a tirar la basura y tuve la oportunidad de comtemplar el amargo contraste que ofrecen unos señores que degustan en la terraza de una taberna unos embutidos ibéricos y a su lado unos indigentes recogen con anisiedad los desperdicios que acaban de tirar los empleados del supermercado Día. Esta noche sólo he podido cenar un yogur, y gracias.