Empiezo a estar harto del siglo XXI. Las cosas van mucho peor de que me esperaba. Mi decrepitud física e intelectual viene acompañada de una crisis socioeconómica apocalíptica. Me siento desorientado, tocado y hundido. Siento mucha nostalgia del siglo XX. Tal vez demasiado sangriento. Pero en él viví los mejores años de mi vida. Por otra parte pienso demasiado en el siglo XIX. Un periodo injustamente olvidado al que dediqué una tesis de licenciatura y una tesis doctoral y que aprecio más que a la niña de mis ojos.