Como siempre el té está supercaliente. Da tiempo para escribir un buen relato, leer la prensa con calma y para reflexionar en un entorno de jóvenes varones magrebíes que miran con atención las noticias en árabe de una enorme televisión de plasma o conversa de sus cosas. La mayoría toman café con leche. Los más hambrientos degustan sopa con una especie de aperitivo. Somos minoría los aficionados al té con menta. Doy el primer sorbo a un té todavía caliente, azucarado e intenso. A medida que el vaso se vacía el té se vuelve más dulce, más fuerte y más templado. Me lo tomo todo y llego al éxtasis. Pediría otra taza. Pero lo dejo para otra ocasión.