Los folletos publicitarios decoran de manera involuntaria el mobiliario urbano. Antes solían encontrarse con cierta facilidad publicaciones de los testigos de Jehová en los bancos. Allí esparaban con santa paciencia milenarista a que algún jubilado distraido los ojease. Ahora la publidad suele ocupar su lugar. También ofrecen un mensaje de esperanza y felicidad pero basado en concepto totalmente materiales.