domingo, 24 de agosto de 2014

Antoni Arissa, crítico fotográfico

Nota: Estamos preparando, una publicación, una exposición y un congreso sobre el tema. Contacta con nosotros si te interesa.  (23/8/2014, JM Torres)

En junio de 1927 la revista El Progreso Fotográfico publica una dura crítica de Antoni Arissa sobre una exposición fotográfica celebrada en el CEC:

En tres de las Salas de nuestra primera entidad excursionista están expuestas al público un interesante conjunto de fotografías de sus socios. A primera vista, y prescindiendo naturalmente de la Sala dedicada a fotografías de deportes de invierno (pues sabemos de antemano lo que veremos en ella o cuál es su finalidad), nos damos cuenta de que visitamos una Exposición de obras de fotógrafos excursionistas, por la diversidad de sus asuntos y documentación de bellos lugares, excluyendo, claro está, de esta consideración, en limitado número de pruebas que, por su acabada ejecución, destacan ventajosamente del importante resto.
En general, no vemos en esta Exposición aquellas obras premeditadas, de trípode seguro y encuadramiento rebuscado que, a veces con un poco de espera, un leve rayo de sol nos hace resaltar un término o nos define un infinito… Nos hablan claramente en la febrosidad del artista caminante que mientras pierde un tiempo en el enfocamiento de un crepúsculo tempestuoso que a él le cautiva, obliga a sus compañeros a alejarse apresuradamente del incógnito desenlace de aquel caer de la tarde.
Ciertamente nos duele que una entidad que cuenta con un selecto número de fotógrafos no haya demostrado plenamente que pueden y saben hacer una Exposición digna de alabanza ahora, en estos momentos en que todos los que a este arte nos dedicamos parece despertamos de un sopor que mutuamente nos transmitíamos, que la prensa local nos ofrece sus páginas y nos da apoyo, que celebramos las primicias de un Salón Español de Fotografía y estamos en vísperas de un Internacional. Ahora era tiempo amigos, de que nos demostraseis prácticamente que se puede hacer fotografía documental sin perder aquella nota artística que le dignifica y no decae en el deplorable efecto de postal ampliada: en el campo, concibiendo ideas, y en el laboratorio, dándoles vida con adecuados procedimientos. No queremos con nuestras palabras enseñaros nada, pues sobradamente tenéis demostrado en varias ocasiones vuestras aptitudes. Acéptalas como estímulo, como ruego, para que vosotros, los que podéis con vuestro criterio, no hagáis lo que la mayoría, fotografiar: con un buen aparato y escasos conocimientos todo el mundo es apto. Cread, esa es vuestra misión, en estos bellos parajes, en nuestros momentos exuberantes en vegetación, en movimiento, en luz; en nuestras calles, en todas partes encontraréis motivos suficientes para crear, recordando, no obstante, los lugares visitados. Merecen ser citadas en primer lugar las colecciones de Claudio Carbonell, quien nos demuestra una vez más su perfecto conocimiento del arte de la luz. Los interiores de R. Carbonell y los no menos interesantes de Joaquín Torras. Los retratos de Francisco Blasi, siendo muy acabados, les falta naturalidad, nota imprescindible para el fin propuesto por su autor. M. Gausachs expone una colección espléndida por sus asuntos, no por su pintura, que a nuestro entender la desmerece, y por este orden podríamos ir citando algunas más, que desistimos por falta de espacio.” (ARISSA, El Progreso Fotográfico, 1927, junio, 139)



La Retina del Sabio (1998, 232-33)