Demasiados occidentales vamos tan faltos de raciocinio como sobrados de dinero. Por eso pasamos la mayor parte de nuestros viajes con la cámara o las cámaras al hombro en lugares con sueldos mensuales de menos de 100 euros. Con nuestra ostentación fotográfica y de todo tipo llamamos la atención de sujetos que se agencian de lo ajeno de forma distinta a la de ciertos políticos.
La discreción no suele ser una virtud de los turistas. Pero gracias a ella se han salvado bastante bienes y algunas vidas.