Bóxer para enamorados
Sandro estaba enamorado y desparejado. A pesar de que la mujer de su vida se había evaporado no podía olvidarla y quiso celebrar San Valentín a modo de exorcismo. Entró en la mercería y pidió a la dependienta un bóxer XXL repleto de corazones. La tendera puso cara de sorpresa y Sandro quedó prendado de la joven. Regresó a la tienda en varias ocasiones para comprar camisetas, calcetines, más calzoncillos y hasta una pajarita que nunca que puso. Para su desgracia la dependienta estaba casada. Pero tenía una hermana gemela soltera con la que el comprador de ropa interior volvió a enamorarse.