Recelamos de velos, pieles oscuras y costumbres exóticas. El caso es que hay bastantes autóctonos y charnegos indeseables. Los de fuera deben tener también su cuota de gente poco recomendable. Peor no más que el resto. Sin embargo, tendemos a ver más lo malo que lo bueno.
Eso sí quien más quien menos hace carantoñas a la niña china adoptada por su vecino o al sobrino morenito que adoptó su hermano. Tampoco escondemos nuestros deseos o nuestros recuerdos por los besos y caricias de mulatas caribeñas o esbeltas eslavas.