domingo, 16 de marzo de 2014

Penesaurio

La naturaleza casi le amputa la cola. A modo de compensación el penesaurio disfruta, y nunca mejor dicho, de una cabeza que utiliza para pensar poco, para comer bastante, para orinar demasiado y para copular siempre que puede. En cambio no emite sonido alguno. La virtud de las damas, pero también de las gatas y de las perras está en peligro ante semejante degenerado. Al gozar de una erección perpetua le da igual pelo que lana. Con su lengua al mismo voluptuosa y venenosa acaba con toda resistencia femenina y con los gallardos San Jorge que le desafían. Parece ser que sus salvajes violaciones han dejado descendencia canina y felina pero no humana. Las crías suman la concupiscencia paterna con la agresividad felina y canina.